martes, 29 de diciembre de 2009

¿Chocolate?, no, gracias


Gracias por el chocolate (Merci pour le chocolate, duración 100 min., Francia – Suiza, 2000).
Dirigida por Claude Chabrol, con las actuaciones de Isabelle Huppert, Jacques Dutronc, Anna Mouglalis, Rodolphe Pauly, Brigitte Catillon.
Guión: Claude Chabrol y Caroline Eliacheff; basado en la novela de Charlotte Armstrong.
Producción: Marin Karmitz / Fotografía: Renato Berta / Música: Matthieu Chabrol / Montaje: Monique Fardoulis / Dirección artística: Ivan Niclass / Vestuario: Elisabeth Tavernier.
Dirección de producción: Yvon Crenn y Francine Lusser.
Clasificación: Apta para mayores de 13 años

El gran cineasta francés, Claude Chabrol, vuelve con una producción de notable suspenso. En la línea habitual del director, mezcla de drama con policial (La ceremonia, 1995; El corazón de la mentira, 1999), plantea un tema recurrente en sus producciones: las miserias morales que se esconden tras el próspero disfraz de la burguesía francesa.

Como era de esperarse, Gracias por el chocolate cuenta con la presencia de su musa gélida, la excelente Isabelle Huppert (Premio Lumiere y del Festival de Montreal como mejor actriz), que interpreta a Mika Muller, la directora general de Chocolates Muller.
Mika es una mujer de apariencia encantadora y delicada, pero acostumbrada a controlar a todos los que están a su alrededor. Bajo su trato cortés y aristocrático, oculta una personalidad fría y calculadora. Ella es la segunda esposa del prestigioso pianista André Polanski (Jacques Dutronc), y el núcleo familiar se completa con el joven hijo de este, Guillaume (Rodolphe Pauly). También sobrevuela la presencia de la madre de Guillaume, Lisbeth, la primera esposa de André, que murió en un extraño accidente de tránsito en una de las visitas que realizara con su esposo y su hijo a la casa de su amiga Mika, en Suiza.
La trama del filme se centra en un hecho del pasado que vuelve inesperadamente a la vida de Mika. Este sucedió hace años en el hospital donde nació Guillaume (el hijo que André tuvo con Lisbeth) donde estuvieron a punto de cometer un error fatal: la confusión de dos bebés, el cambio de Guillaume por una niña recién nacida.
Esa niña, ya mujer, aparecerá repentinamente en la casa de Mika. Ella es Jeanne Pollet (la bella actriz Anna Mouglalis), una joven pianista que busca un maestro para perfeccionarse e ingresar al Conservatorio de Budapest. Jeanne, conoció recientemente la historia de confusiones en el hospital en boca de su madre (personaje interpretado por Brigitte Catillon) y tiene la sospecha de ser la hija del pianista. Es así que, con la excusa de perfeccionar su técnica, logrará conocer a André Polanski quien terminará sintiendo una gran atracción por el talento musical que tiene la joven y que, para su pesar, no encuentra en su hijo Guillaume.
A raíz de la llegada de Jeanne a la familia, Mika verá amenazada su estabilidad familiar y sentirá que pierde el control, razón por la cual se desencadenarán una serie de inesperados sucesos.

Con un tono por momentos irónico y por otros dramático, Chabrol nos acerca esta historia negra con sutil inteligencia y gran elegancia, que se puede apreciar tanto en la elección estética como en los diálogos. Convierte una atmósfera típicamente familiar en un ambiente de thriller psicológico que sacará a la luz lo peor de la vida interior de los personajes. Es una película en la que lo más importante no se ve, pero se sospecha y se intuye, con un final en el que estalla la tensión contenida durante todo el metraje.
Chabrol utiliza los elementos más típicos del género de intriga y suspenso, y así consigue mantener la tensión de la trama y, además, utilizarla como vehículo para su espíritu crítico hacia la clase alta burguesa.

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