domingo, 13 de diciembre de 2009

La pobreza es igual en todas partes


Esta obra, narrada en primera persona por Zezé, es la historia de un niño de cinco años, miembro de una familia muy pobre de un barrio marginal de Río de Janeiro. Zezé es muy inteligente y aprende solo a leer, lo cual le vale la admiración de su tío Edmundo, y la envidia de su hermano mayor Totoca. La sucesión de anécdotas familiares y de la infancia, van pintando al personaje que, como cualquier chico que carece de todo entretenimiento material, deja volar su imaginación hasta los niveles más enternecedores. Cierto día, su madre les comunica que deben mudarse de casa y, al llegar a la nueva vivienda, cada hermano elige un árbol propio del jardín, aunque a Zezé le toca uno muy chiquito, una planta de naranja-lima. Zezé se aferra mucho a su nueva pertenencia y, con su gran imaginación, comienza a tener conversaciones con el árbol, que recibe el nombre de Minguito.
Al llegar la época de la Navidad, la pobreza de la familia se siente aún más, y luego de comprender que no tendrán los regalos y las alegrías de otros niños, Zezé decide salir a lustrar zapatos para poder comprarle un regalo a su padre, que está desempleado. A lo largo de la novela, el protagonista atraviesa distintas circunstancias y situaciones que lo hacen sentirse más desilusionado y solo. Es conmovedora la enumeración de preguntas sin respuestas que le hace en cierta ocasión a su hermana Gloria: ¿Por qué todo el mundo le pega? ¿Nadie lo quiere?
Su propia familia, presa de la desesperación por la pobreza y las frustraciones, lo maltrata y castiga brutalmente (la única que lo defiende es su hermana Gloria), y Zezé, quebrantado y desconcertado por tanto dolor e injusticia, le pide a su amigo el Portugués (el “Portuga"), que lo adopte. Aunque esto es imposible, el Portugués lo trata con todo cariño y cuidados. De la mano del Portugués, Zezé vuelve a ser un niño tranquilo, que puede andar por la vida sin cometer travesuras que molesten a los demás.
Un hecho demasiado lamentable para Zezé hará que todo lo que formaba su infancia, sus ilusiones, sus ganas de sonreír, desaparezcan para siempre. Y es así como el niño que un día descubrió el dolor, crece para siempre.

La prosa de José Mauro de Vasconcelos está despojada de grandiosidad. Su lenguaje es cotidiano, certero, auténtico. Llega directamente al corazón del lector con su relato sincero y emotivo. Las descripciones pintan un entorno rico en color, vegetación y costumbres locales; pura expresión brasileña de alegría y pobreza, optimista y desgarradora a la vez. Se dice que Mi planta de naranja-lima es una obra autobiográfica. El autor logró captar en ella las sensaciones, miedos y preguntas de cualquier niño que, como Zezé, haya vivido dolores demasiado grandes para su edad.

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